Este fin de semana ha sido lluviso en Mallorca (¡y con mucho viento!). Supongo que es lo que tiene que llegue el otoño, y el verano poco a poco nos vaya diciendo “adiós”. A la mayoría de la gente no suelen gustarle los días de lluvia – sobre todo a los isleños -, pero a mi me encanta salir a pasear, mojarme, y luego regresar a casa, encender la chimenea y aprovechar para coser algo. En esta ocasión aproveché para coser mascarillas.
El mes de octubre ya llega a su fin, y cada vez cuesta más escaparse a la playa. A pesar de que el agua todavía no está muy fría, cuando sales del agua, sobre todo si eres tan peludita como yo, el frío en dos segundos se ha apoderado de tu felicidad. Así que yo a finales de septiembre me suelo despedir de la playa. Bueno, más bien de los baños en el mar, porque a la playa la visito todo el año.
Cuando llega esta época soy mucho más de escaparme a la montaña y hacer rutas de senderismo (¡algunos de vosotros ya me habéis visto esta temporada!). ¿Pero y si llueve? ¡Pues mis ganas de andar se multiplican por 1.000! Todo parece cobrar más vida: colores más vivos, y el mar mucho más bonito. Por no hablar de cuando tienes la suerte de seguir en ruta cuando empieza a salir de nuevo el sol, ¡qué colores!
Quizás he omitido hasta ahora un detalle importante: una vez estuve en Escocia, y me encantó. Su gente, sus paisajes, y su clima, casi siempre lluvioso. ¡Y ver que todo es muy rural! El paraíso de cualquier ratita, vaya. Allí la gente no se queda en casa porque llueva un poco, y me sentí tan identificada con ellos que regresé enamorada de ese lugar y de sus costumbres. Soy muy mallorquina, pero en eso me parezco a un escocés jiji Sobre cómo llegó una ratita a Escocia ya os hablaré otro día, porque da para una larga publicación… ¿Pensáis que fue en avión? Pues no. A nosotras las ratitas no nos aceptan en vuelos comerciales, todavía. Pero la historia os va a gustar, seguro.
Bueno, pues al grano que me disperso. El domingo aproveché para hacer una escursión bajo la lluvia, yo sola con mi paraguas. No me crucé con más de cinco o seis excursionistas en todo el día. Fui a subir el Galatzó, una montaña de más de 1.000 metros que está en la Serra de Tramuntana. Sobre las tres de la tarde inicié de nuevo el descenso y casi me pilla la noche. Este cambio horario no me gusta nada; con lo bonito que son los días largos… Así no cunde.
Cuando llegué abajo no negaré que estaba algo cansada, pero fue llegar a casita, ver la chimenea y entrarme unas ganas tremendas de encenderla por primera vez esta temporada de invierno. Y una cosa lleva la otra… o en mi caso existe una clara relación entre chimenea y coser. Me entra por dentro un no se qué, que me provoca unas ganas tremendas de sentarme junto al fuego y empezar a coser. ¿Y qué toco este fin de semana? Pues coser mascarillas.
Hice un montón de modelos diferentes de mascarillas, y todas siguiendo a rajatabla el reglamento que lanzó el Ministerio de Consumo sobre cómo debían ser las mascarillas de tela, qué composición debían tener, su respirabilidad, etc. Ahora me toca sacarle fotos y publicarlas en la tienda, pero esa ya es la parte más sencilla. ¡Ya tenéis algunas en la sección Covid Free de la web!
Os deseo que paséis una linda semana (¡o lo que queda de ella ya!)
Un beso
Lúa Marthin
PD: Las mascarillas se entregan junto con un manual de uso, y un documento que acredita que están hechas siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Consumo.